GM Madrid | lunes, 30 de julio de 2018 h |

Las manifestaciones de la psoriasis puede variar según el periodo del año en el que nos encontremos, produciéndose cierta mejoría durante el verano y un empeoramiento durante otoño e invierno. El responsable de Dermatología de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), Juan Jurado, informa de que “el sol origina ciertos beneficios sobre las lesiones psoriásicas en un amplio porcentaje de los pacientes, pero no hay que olvidar que también existen riesgos”.

La helioterapia y la fototerapia con radiación ultravioleta (RUV) controlada se utiliza para mejorar las lesiones de la psoriasis, una enfermedad de la piel crónica recurrente que afecta al 2,3% de la población española. Según Jurado, la exposición solar en estos pacientes “debe hacerse de una forma muy progresiva (primeras horas de la mañana y por las tardes), evitando en todo caso el llegar a quemarse”, lo que podría disparar el fenómeno de Koebner y empeorar sus lesiones. Para ello, es necesario utilizar protector solar, con FPS superior a 30, sobre las lesiones psoriásicas. Se recomiendan los preparados con excipientes de capacidad emoliente / hidratante, como cremas y espumas, evitando los geles que son más secantes.

Así mismo, aquellos pacientes que se encuentren sometidos a terapias especiales (puvaterapia, acitretino, metotrexate, ciclosporina), pueden tener una sensibilidad a la exposición solar. Además, algunos tratamientos tópicos de la psoriasis se desactivan con la exposición a la RUV (derivados de la vitamina D). Los que utilicen tratamientos inmunomoduladores, u otros tipos de tratamientos crónicos (tiazidas, tetraciclinas, griseofulvina, etc.), deben consultar con su médico las posibles consecuencias.

Los cuidados respecto al agua de mar o de las piscinas son similares a los que debe tomar a una persona sin psoriasis, explica Jurado. En concreto, el agua de piscina seca más la piel y se recomiendan baños cortos, y ducharse después del baño para eliminar sal, arena y sustancias conservantes utilizadas en piscinas.

A pesar de la mejoría que el verano aporta a los pacientes con psoriasis, no deja de ser un periodo conflictivo, entre otros motivos, porque al utilizar ropa más ligera, las lesiones crónicas quedan expuestas y puede causar cierto impacto emocional.

El papel que desempeña del médico de familia

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica y debilitante, en la que intervienen factores genéticos, ambientales e inmunitarios. Afecta al paciente emocionalmente y metabólicamente, por ello es indispensable que el médico de familia proporcione herramientas terapéuticas de uso tópico que disminuyan la sintomatología y que vigile las enfermedades metabólicas asociadas, sobre todo las comorbilidades de origen cardiovascular y reumatológicas.

El papel del médico de Atención Primaria en el abordaje de esta enfermedad fue uno de los puntos clave abordados dentro del XXV Congreso Nacional de Medicina General y de Familia, en la mesa titulada ‘Psoriasis: superando expectativas en el tratamiento tópico’, en la que intervino Jenny Dávalos Marín, miembro del Grupo de Dermatología de la SEMG.

En cuanto al perfil, afecta a personas de todas las edades y con manifestaciones clínicas heterogéneas, desde afectación leve a formas muy extendidas. Se caracteriza por remisiones y exacerbaciones, “lo que hace muy difícil el cumplimiento terapéutico, y es ahí donde el médico de familia juega un papel fundamental en su seguimiento”, según Dávalos.

A pesar de que la psoriasis implica un mínimo riesgo de mortalidad, se le asocia con un aumento de la morbilidad. El impacto en la calidad de vida puede ser significativo, afectando la rutina cotidiana y laboral del individuo.