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Carmen M. López Madrid | viernes, 15 de diciembre de 2017 h |

El cáncer de páncreas es el escollo de la oncología. Alfredo Carrato, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Universitario Ramón y Cajal, así lo corrobora.

Los retos que se presentan para este tipo de tumor son múltiples, pero uno de los principales es el diagnóstico precoz y, por ende, el cribado. Este tipo de aproximaciones permite mejorar las posibilidades de curación.

“Hay un 20 por ciento de pacientes candidatos a la cirugía, porque en el 80 por ciento la enfermedad está avanzando, y de ese 20, dos tercios recae”, explica. A juicio de Carrato, todos los esfuerzos se deben centrar en conocer mejor la biología del tumor.

En la actualidad, no se ha llegado a identificar los subtipos del cáncer de páncreas para dar un tratamiento personalizado, y que consiga mayores tasas de respuestas, así como posibilidades de supervivencia.

Las guías norteamericanas recomiendan como primera opción realizar ensayos clínicos en primera línea y segunda de tratamiento. “Estamos tratando a todos los pacientes con quimioterapia, ya que no hay ninguna terapia biológica”. apunta.

Frente a esto, considera que es necesaria la inversión que fomente los ensayos clínicos, así como la creación de biobancos donde estén disponibles las muestras biológicas de los pacientes para correlacionar las alteraciones genéticas.

El cáncer de páncreas es un tumor poco celular, es decir, la celularidad puede ser de un 20-30 por ciento, lo que significa que tiene ese porcentaje de células tumorales y el resto son células del estroma —del tejido pancreático— (fibroblastos, células inflamatorias, acrófagos; vasos).

‘La rendición de breda’ en páncreas

Como si de un lienzo bélico se tratase, Carrato explica que todas estas células se comunican con la célula del cáncer de páncreas y se convierten en aliadas al enviarle factores de crecimiento. Los macrófagos que tendrían que atacarlas no lo hacen, e incluso, las acompañan por el torrente sanguíneo para ayudarles a anidar en otros órganos.

Con la inmunoterapia, las células inmunes que tienen que atacar a la célula tumoral tienen una barrera que es el estroma. “Ahora hay fármacos que modulan el estroma, lo hacen más permeable y laxo para que estas células puedan entrar”.

En la práctica clínica, la estrategia a seguir se centra en actuar sobre el estroma para atacar a las células tumorales con quimioterapia, o con vacunas que hagan daño a estas células, “de modo que se rompan y viertan su contenido para que se sensibilicen las células inmunes”, desvela Carrato. En una etapa posterior es cuando entran en juego los Inhibidores de checkpoint, y los antiPDL-1.

En cualquier caso, para abordar de manera eficaz este tumor, “tiene que ser un procedimiento en dos o tres fases para poder administrar la terapia inmune porque de inicio es ineficaz”, acota Carrato.


Alfredo
Carrato:
“Necesitamos inversión en páncreas que fomente los ensayos clínicos”