Tomás Cobo, vicepresidente de la OMC y de la Fcomci

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| viernes, 22 de marzo de 2019 h |

El III Congreso de Cooperación Internacional de la Organización Médica Colegial (OMC), que reunió en Santiago de Compostela a cerca de 400 profesionales sanitarios, ONG e instituciones durante dos días en Santiago de Compostela a casi 300 profesionales sanitarios, instituciones y ONG nacionales e internacionales del ámbito de la cooperación, concluyó con la ‘Declaración de Santiago’. En este broche final, los médicos han reclamado a los gobiernos que busquen y desarrollen soluciones y medidas efectivas que pongan freno a la falta de acceso a los medicamentos esenciales, que consideran como un derecho universal de la sanidad. El vicepresidente de la Organización Médica Colegial (OMC) y de la Fundación de Colegios de Médicos para la Cooperación Internacional (Fcomci) explica los detalles del encuentro y las iniciativas de la entidad colegial en cooperación.

Pregunta. ¿Cuál es su balance de este encuentro?

Respuesta. Muy bueno. El primer congreso que hicimos en Granada nos permitió revisar de donde venimos. Fue un congreso pequeño, coincidiendo con el aniversario en Granada de los Hermanos de San Juan de Dios, y coincidiendo también con una situación crítica, la crisis del Mediterráneo con los inmigrantes que venían y los refugiados de Siria y de Libia. El tema entonces fue la crisis del Mediterráneo.

Dos años después hicimos un congreso más amplio. En el primer congreso hubo un centenar de asistentes, en Cantabria, en el segundo, acudieron ya 250 profesionales, y se organizó sobre enfermedades olvidadas: mal de Chagas, malaria, etc., y en este tercero hemos vuelto a doblar. Ha habido alrededor de 400 congresistas y ha girado en torno al acceso a fármacos esenciales como un derecho de la humanidad.

P. ¿Qué objetivo se pretende con estos congresos?

R. La idea de estos congresos, que es también el objetivo de la Fundación para la Cooperación de la OMC, es poner en contacto a todos los agentes, desde la Administración, hasta los médicos voluntarios, dejando por en medio a todas las ONG, y otros agentes como las organizaciones pero también los colegios de médicos, dando cobertura a médicos voluntarios que no son profesionales de la cooperación, pero que son agentes activictas sobre el terreno. .

P. ¿Tienen los médicos una sensibilidad especial hacia los asuntos de cooperación?

R. Uno de los valores clave de la profesión médica es ayudar a los más frágiles. Esto va un poco más allá. Hay mucho entusiasmo y la fundación nació en 2012 porque hay mucha gente que quiere cooperar y salir al terreno y no sabe cómo empezar. Cuando se dirigen a ONG, a las más importantes, Cruz Roja, Médicos Mundi o Médicos sin Fronteras, tienen unos protocolos muy estrictos, un filtro muy potente y una formación extraordinaria antes de salir al terreno. Está muy bien, pero para hacer todo eso requiere un tiempo que, en el momento que el profesional tiene más ímpetu y más salud, no tiene tiempo porque está en plena lucha por consolidar su trabajo en el país de origen.

Aquí nacen estos médicos voluntarios, estas misiones de acción voluntaria en hospitales religiosos de San Juan de Dios, aunque no siempre son religiosos. También se trabaja en acción directa en campamentos.

P. ¿Cuál es la situación de estos voluntarios?

R. Estos voluntarios no tienen cobertura, no se recogía bien el feedback, que quedaba en el entorno local, etc. La fundación trata de agrupar y de proteger a estos médicos con lo más elemental, el seguro de viaje, el seguro de responsabilidad civil, y se incluyen en un registro de manera que esas misiones puedan ser reforzadas.

P. ¿Por qué es tan importante el certificado de idoneidad?

R. Es básico que esa gente cuando sale al terreno lleve un certificado que acredite lo que somos. Aunque son países en desarrollo tienen unas leyes que hay que cumplir y hay que identificarse como tal. Antes, los médicos voluntarios íbamos al hospital de Tanguietá con el conocimiento por parte del director de que éramos médicos, pero sin ningún seguro de responsabilidad. Sin ninguna obligación realmente de hacer una evaluación de lo que hemos hecho, si ha sido eficiente, si la acción no ha sido fútil, y sin ninguna cobertura.

A partir de ahí surge la fundación con la idea de aunar a los médicos y juntarnos con fundaciones y con las agencias más importantes, en este caso la Agencia Española de Cooperación Internacional.

P. ¿Cuántos médicos participan?

R. Participan muchos, que tengamos registrados alrededor de 1.200 ó 1.500. Desde la Fundación hemos tratado que desde cada uno de los colegios de médicos de España, que son en total 52, haya una oficina de cooperación, con un responsable, que se encarga de tratar de integrar a los médicos voluntarios de cada provincia. Ya tenemos 28 oficinas de cooperación, desde 2011.

Cada responsable se encarga de promover y de aunar a estos médicos voluntarios y conectados con las ONG de cada provincia. De este registro de médicos cooperantes tiran todas las organizaciones en el sentido de que todas sus propuestas de trabajo en el terreno las hacen llegar a la Fundación.

Estos congresos son la oportunidad de que todos estos agentes se pongan en contacto, ONG y Administración, pero también otras entidades con gran peso en cooperación como ISGlobal, con Leire Pajín, que nos ha apoyado, o el Instituto Elcano, con una mesa moderada por su vicepresidente. Hemos contado también con el rector de la Escuela Lationamericana de Medicina, que como decía Juan Garay, el delegado de la Unión Europea para la Cooperación en Iberoamérica, es “una fábrica de sueños”, porque ha conseguido en 30 años “fabricar” 29.000 médicos.

P. ¿Cuál es la labor de la Escuela Latinoamericana de Medicina?

R. Es un punto de encuentro para muchos estudiantes de África, de Iberoamérica y de Estados Unidos que no pueden estudiar en su país. De aquí salen médicos preparados para trabajar en entornos rurales de países en desarrollo, con gran conocimiento de salud pública y capacitaciones específicas en áreas resolutivas como la anestesia, que saben hacer una cesárea, operar una apendicitis, etc. La escuela reúne a estudiantes de muchos países que vuelven a desarrollar la actividad en sus países de origen..

P. ¿Cómo colabora con su Fundación?

R. Es un eje fundamental para un proyecto importante que tenemos que consiste en replicar este modelo pero en África. Vamos de la mano del gobierno de España a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional, y por otro de la Escuela Lationamericana de Medicina, con el eje de la profesión médica como esta Fundación y aliados estratégicos como algunas universidades españolas, además de las alianzas estratégicas con hospitales que están in situ.

P. ¿Qué temas se han abordado en el congreso?

R. Con Cruz Roja Internacional, por ejemplo, hablamos de agresiones. Vinieron de diferentes sitios con crisis humanitarias como Yemen, para dar el testimonio de cooperantes, que es absolutamente dramático, con un número de muertes por cólera en niños que no ha trascendido en absoluto, porque ahora estamos “ocupados” a nivel mediático con la crisis de Venezuela.

Hemos aumentado el número de congresistas y también se ha dado un salto a escala internacional. La ELAM es una de las entidades que más ha hecho en estos 30 años por la educación médica. La idea aquí ha sido también incorporar otras profesiones, por eso hemos contado con los consejos generales de farmacéuticos y enfermería, que en esta edición han sido colaboradores directos. Han participado químicos e ingenieros, hablando de telemedicina, que será otra de las grandes armas.

P. ¿Qué sucede en los países en desarrollo con respecto al acceso a los fármacos esenciales?

R. Las cifras son abrumadoras. Seis millones de personas fallecen cada año por falta de acceso a medicamentos esenciales y unos 2.000 millones de personas no tienen acceso a estos fármacos. Se añade un problema grave, la falsificación de medicamentos, que tiene una doble dimensión, por un lado el riesgo de que la persona se intoxique o la pérdida de oportunidad.

Hay una lista de medicamentos esenciales de la OMS que incluye antidiabéticos, antihipertensivos, analgésicos, antibioterapia elemental, etc.

P. ¿Cuáles son las barreras principales para el acceso a estos fármacos?

R. Son medicamentos que no tienen un gran interés comercial. El ibuprofeno, por ejemplo, vale muy poco. La solución ideal son las farmacias in situ, que existen. Lo que necesitamos es que puedan incentivarse para que puedan fabricar estos medicamentos y conseguir que se pueda acceder a medicamentos auténticos.

El tráfico de drogas, de armas, de personas y la falsificación de medicamentos son las cuatro grandes actividades del crimen organizado y se estima que esta última produce al año alrededor de dos billones de dólares.

La necesidad de financiar farmacias que fabriquen estos medicamentos en los lugares clave en los que se trabaja en salud en África, por ejemplo, es fundamental, para que la terapia vaya siempre junto al diagnóstico.


Hay que incentivar que los fármacos esenciales puedan fabricarse “in situ”



La ELM ha formado cerca de 29.000 médicos desde su creación hace 30 años